El Museo Etnográfico de Cantabria, con sede en Muriedas, dentro de su iniciativa de poner en valor nuestro rico patrimonio cultural y etnográfico a través de la elección mensual de una 'Pieza del Mes' se fija en agosto en la música tradicional, que ocupa un lugar muy especial dentro de la cultura popular de Cantabria. Por ello ha elegido como 'pieza' un instrumento musical muy especial y entrañable, unas 'castañuelas' o 'tarrañuelas', como también se las conoce en muchos puntos de la región. Un instrumento de percusión que por lo elemental, bien pudiera ser considerado uno de los más primitivos empleados por el ser humano. Podemos verlas en la foto de esta noticia, procedentes en este caso de la comarca lebaniega, y con año de ingreso en el inventario del Museo en 1994
En los meses estivales, una gran variedad de instrumentos musicales, que constituyen el soporte material de un patrimonio intangible muy arraigado en la vida social de las comunidades, animan las celebraciones festivas, recuperando el sonido de las fiestas de antaño, dando vida a las tradiciones que se han ido transmitiendo de generación en generación.
Un poco de historia... El origen de las castañuelas parece ser fenicio
Los primeros testimonios que se tienen sobre algo semejante a este instrumento, se refieren a tablillas sin cordel de sujeción. En Egipto, para rendir culto a Hathos, diosa del amor y de la música se tocaban, con una sola mano, tablillas de entrechoque o palillos, antepasadas de las castañuelas.
Un instrumento parecido de la antigua Grecia, era krótalon, el crotalum de los romanos.
Gracias al comercio su uso se extendería por todo el Mediterráneo pero ha sido en España, donde este instrumento ha quedado enraizado en la música tradicional convirtiéndose en una seña de identidad nacional.
Llegada a España... y a Cantabria
Parece que el origen más directo en nuestro país, hay que buscarlo en la "crusmata" ibérica, citada ya por Marcial en sus Epigramas(siglo I d. C.); estaba compuesta por dos grandes conchas marinas, dos piezas de madera o dos piedras planas (tarreñas), tocadas entre los dedos y la palma de la mano.
Dada su sencillez y facilidad de uso, en todos los continentes podemos encontrar castañuelas, desde las formas más primitivas hasta las más perfeccionadas.
Con el fin de obtener un sonido de más calidad, las maderas empleadas para la elaboración de las castañuelas son duras: ébano, boj, tejo, nogal o granadillo aunque también sirvieron materiales como el barro cocido, el marfil o el metal.
Las castañuelas no solo se utilizaron en el ámbito rural, sino también en las danzas escénicas, llamándolas "castañetas" hasta el siglo XVIII. A partir de entonces, se las conocerá por el nombre de palillos o castañuelas por su semejanza con una castaña partida por la mitad.
Su uso está extendido en toda la Península Ibérica recibiendo en cada zona y localidad diferentes denominaciones, según formas, tamaños y material utilizado, que variarán también de unas comarcas a otras: castañuelas, pitos, pulgarillas, palillos, chácaras, pulgaretas, tarreñas... y en Cantabria tarrañuelas y triscos, más pequeños que las anteriores que se ajustan al pulgar.
Las tarrañuelas son un instrumento de percusión imprescindible para marcar el ritmo en las danzas y bailes. Dentro de la música popular, tarrañuelas y panderetas, han sido ingredientes imprescindibles en romerías y bailes (muy dados a la improvisación en el mundo rural), y elementos evocadores de fiesta y descanso, de alegría y solaz.
Se trata de un instrumento de percusión de la serie de los idiófonos (del griego "idios": propio y "fonos" sonido, es decir, un instrumento que suena por sí mismo) y del grupo de entrechoque, formado por un par de conchas de madera cóncavas, de pequeño tamaño, unidas por un cordón que se ata al dedo pulgar o corazón.
Se tañen con una sola mano. Se confeccionan por parejas y en el medio rural solían ser elaboradas por artesanos de la propia localidad que con frecuencia, tallaban en ellas decoraciones a punta de navaja. Parece ser que desde el siglo XVIII, se llamó macho al par que se sujetaba con la mano izquierda, de sonido más grave y hembra al que se sujetaba con la derecha, de sonido más agudo.
Gustavo Cotera, nos dice de las tarrañuelas que "aunque siglos atrás las tañeran hombres y mujeres, parece que en el siglo XIX fueron más privativas del varón. Se adornan con escarapelas, cintas y un cascabel chico. De manufactura casera, variaban las formas y sonoridad, bien distinta a las de las castañuelas andaluzas"
Las tarrañuelas, se usan frecuentemente por los danzantes en los bailes.
No hay danza o baile en Cantabria que no lleve este acompañamiento; como ejemplos representativos cabe citar la Danza de las Lanzas, el Romance del Conde Lara, la Danza de San Pedro, el Pericote, el Trepeletré, la Jota Montañesa o los Picayos, con su repique de tarrañuelas, una de las manifestaciones rituales religiosas más características de la música montañesa del occidente de Cantabria, que bailan los hombres solos, haciendo tocar sus tarrañuelas acompañados por mujeres que cantan al son de la pandereta.
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